Antecedentes:

Una multinacional fabricante de tapones se enfrentaba a una demanda millonaria porque las bebidas en las que se usaba uno de sus productos desarrollaban un extraño sabor en la boca. La empresa contactó con el LAAE después de invertir dos años en vano en la identificación del problema.

Estrategia:

El equipo de análisis sensorial del LAAE definió el extraño sabor como una sensación secante y mediante técnicas de separación cromatográfica y espectrometría de masas procedió a la caracterizar de la molécula responsable.

Resultados:

Se consiguió identificar la molécula, que resultó estar presente en cantidades inferiores a la parte por billón, y se rastreó su origen hasta dar con el componente de una cola del cual de procedía de manera indirecta. El simple reemplazo de ese componente por otro similar resolvió el problema.